Sociedad Biblica Argentina

Sábado 5 de abril: Marcos 3:20-35

Texto(s) de la Biblia

San Marcos 2

20Pero vendrá el día en que el novio les será quitado, y entonces sí, ese día ayunarán.

21Nadie remienda un vestido viejo con un paño de tela nueva, porque la tela nueva estira la tela vieja y la rotura se hace peor.

22Ni tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo revienta los odres, y entonces el vino se derrama y los odres se echan a perder. Más bien, el vino nuevo debe echarse en odres nuevos.»

Los discípulos espigan en el día de reposo

23Un día de reposo, mientras Jesús pasaba por los sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas a su paso.

24Entonces los fariseos le dijeron: «¡Fíjate! ¿Por qué hacen estos en el día de reposo lo que no está permitido hacer?»

25Jesús les respondió: «¿Nunca leyeron lo que hizo David con sus acompañantes, en aquella ocasión en que tuvieron hambre?

26Pues entró en la casa de Dios y comió los panes de la proposición, que solo a los sacerdotes les es permitido comer, ¡y hasta los compartió con sus acompañantes! En aquel tiempo Abiatar era el sumo sacerdote.»

27También les dijo: «El día de reposo se hizo por causa del género humano, y no el género humano por causa del día de reposo.

28De modo que el Hijo del Hombre es también Señor del día de reposo.»

San Marcos 3

El hombre de la mano atrofiada

1Jesús volvió a visitar la sinagoga, y allí se encontró con un hombre que tenía una mano atrofiada.

2Algunos lo vigilaban, para ver si sanaba al hombre en el día de reposo y así poder acusarlo.

3Jesús le dijo al hombre con la mano atrofiada: «Levántate, y ponte en medio.»

4A los demás les preguntó: «¿Qué está permitido hacer en los días de reposo? ¿El bien, o el mal? ¿Salvar una vida, o quitar la vida?» Ellos guardaron silencio.

5Jesús los miró con enojo y tristeza, al ver la dureza de sus corazones. Entonces dijo al hombre: «Extiende la mano.» El hombre la extendió, y su mano quedó sana.

6Tan pronto como los fariseos salieron, empezaron a conspirar con los herodianos para matar a Jesús.

La multitud a la orilla del lago

7Jesús se retiró al lago con sus discípulos, y mucha gente de Galilea y de Judea lo siguió

8al enterarse de todo lo que hacía. También acudieron a él muchos de Jerusalén, de Idumea y del otro lado del Jordán, así como de los alrededores de Tiro y de Sidón.

9Por causa del gentío, y para evitar que lo apretujaran, Jesús pidió a sus discípulos tener siempre lista una barca;

10y es que, como había sanado a muchos, todos los que tenían plagas querían tocarlo y se lanzaban sobre él.

11Cuando los espíritus impuros lo veían, se arrodillaban delante de él y a gritos le decían: «¡Tú eres el Hijo de Dios!»

12Pero él les exigía con toda firmeza que no revelaran quién era él.

Elección de los doce apóstoles

13Después Jesús subió a un monte y llamó a los que él quiso, y ellos se reunieron con él.

14A doce de ellos los designó para que estuvieran con él, para enviarlos a predicar,

15y para que tuvieran el poder de expulsar demonios.

16Estos doce eran: Simón, a quien puso por nombre «Pedro»;

17Jacobo y su hermano Juan, hijos de Zebedeo, a quienes les puso por nombre «Boanerges», que significa: «Hijos del trueno»;

18Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista,

19y Judas Iscariote, que fue quien lo traicionó.

La blasfemia contra el Espíritu Santo

20Jesús entró en una casa, y de nuevo se juntó tanta gente, que ni siquiera podían comer él y sus discípulos.

21Cuando sus familiares lo supieron, fueron para llevárselo, porque pensaban que estaba fuera de sí.

22Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían: «A este lo domina Beelzebú. Y expulsa a los demonios por el poder del príncipe de los demonios.»

23Entonces Jesús los llamó, y en parábolas les dijo: «¿Y cómo puede Satanás expulsar a Satanás?

24Si un reino se divide contra sí mismo, no puede permanecer.

25Si una casa se divide contra sí misma, tampoco puede permanecer.

26Y si Satanás se subleva contra sí mismo, y se divide, tampoco puede permanecer. Su fin habrá llegado.

27Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y robarle sus pertenencias, si antes no lo ata. Entonces sí podrá saquear su casa.

28»De cierto les digo que a todos ustedes se les perdonará todo pecado y toda blasfemia,

29pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo jamás será perdonado, sino que será culpable de un pecado eterno.»

30Y es que ellos habían dicho: «Este tiene un espíritu impuro.»

La madre y los hermanos de Jesús

31Llegaron entonces la madre y los hermanos de Jesús, pero se quedaron afuera y mandaron a llamarlo.

32La muchedumbre sentada a su alrededor le dijo: «Tu madre, tus hermanos y tus hermanas están allí afuera, y te buscan.»

33Jesús les respondió: «¿Y quién es mi madre, y mis hermanos?»

34Miró entonces a los que estaban sentados a su alrededor, y dijo: «Mi madre y mis hermanos están aquí.

35Porque todo el que hace la voluntad de Dios es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.»

San Marcos 2:20-3:35RVRCAbrir en el lector de la Biblia

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