
Hasta el día de hoy, Dios no ha cambiado. Él sigue siendo el mismo y continúa cumpliendo Sus promesas de perdonarnos cuando fallamos, Su promesa de estar con nosotros todos los días, Su promesa de guardarnos hasta el final, Su promesa de hacernos cada día más como Cristo, Su promesa de que volverá por Su iglesia y nos llevará con Él, Su promesa de que viviremos con Él y gozaremos eternamente de Él.