Sociedad Biblica Argentina

Navidad - Día 7

Texto(s) de la Biblia

San Mateo 2

Matanza de los niños

13Después de que los sabios partieron, un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te diga, porque Herodes buscará al niño para matarlo.»

14Cuando él despertó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto,

15y se quedó allá hasta la muerte de Herodes. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi Hijo.»

16Cuando Herodes vio que los sabios lo habían engañado, se enojó mucho y, calculando el tiempo indicado por los sabios, mandó matar a todos los niños menores de dos años que vivían en Belén y en sus alrededores.

17Se cumplió así lo dicho por el profeta Jeremías:

18«Se oye una voz en Ramá;

gran llanto y gemido:

es Raquel, que llora a sus hijos,

y no quiere ser consolada, porque ya no existen.»

19Después de que murió Herodes, un ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto,

20y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a Israel, porque los que querían matar al niño han muerto ya.»

21Entonces José se levantó y llevó al niño y a su madre de regreso a Israel.

22Cuando supo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo temor de ir allá, pero en sueños fue advertido y se dirigió a la región de Galilea.

23Allí se estableció en una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo que fue dicho por los profetas, que el niño habría de ser llamado nazareno.

San Mateo 2:13-23RVRCAbrir en el lector de la Biblia

2 Samuel 7

Pacto de Dios con David
(1 Cr 17.1-27)

1Tiempo después, cuando ya el rey David habitaba en su palacio y el Señor le había hecho descansar de los enemigos que lo rodeaban,

2llamó al profeta Natán y le dijo:

«¡Mírame aquí, habitando en un palacio de cedro, mientras el arca de Dios se halla entre simples cortinas!»

3Y Natán le respondió:

«Pues haz ya todo lo que te has propuesto, que el Señor está contigo.»

4Pero esa misma noche la palabra del Señor vino a Natán, y le dijo:

5«Ve y dile de mi parte a mi siervo David: “¿Tú me vas a construir una casa, para que yo la habite?

6Desde que saqué de Egipto al pueblo de Israel, y hasta la fecha, no he vivido en ninguna casa. Más bien, he estado en tiendas de campaña y en enramadas.

7En todo el tiempo en que he andado con el pueblo de Israel, hay tribus a las que les he pedido encargarse de apacentar a mi pueblo. ¿Pero acaso le he pedido a alguna de ellas que me construya un palacio de cedro?”

8»Dile también de mi parte: “Yo, el Señor de los ejércitos, te saqué del redil, y te quité de andar tras las ovejas, para ponerte a gobernar a mi pueblo Israel.

9Yo he estado contigo por dondequiera que has andado; he destruido a los enemigos que has enfrentado, y te he rodeado de gran fama; ¡te he hecho famoso entre los famosos!

10Además, ya he preparado para mi pueblo Israel un lugar donde se establezca, para que viva en paz y nadie lo mueva de allí, ni los malvados lo aflijan como antes lo hicieron,

11cuando puse caudillos al frente de mi pueblo Israel. Yo te prometo que te haré descansar de tus enemigos, y te aseguro que tendrás muchos descendientes.

12Cuando te llegue el momento de ir a descansar con tus padres, yo elegiré a uno de tus propios hijos y afirmaré su reinado.

13Será él quien me edifique un templo, y afirmaré su trono para siempre.

14Yo seré un padre para él, y él me será un hijo. Si se porta mal, lo corregiré como corrige todo padre a sus hijos,

15pero jamás le negaré mi misericordia, como se la negué a Saúl, a quien quité de tu presencia.

16Tus descendientes vivirán seguros, y afirmaré tu trono, el cual permanecerá para siempre.”»

17Y Natán le comunicó a David todas y cada una de estas palabras y de esta visión.

18Entonces el rey David fue y se presentó ante el Señor, y le dijo:

«Señor y Dios, ¿quién soy yo, y qué es mi familia, para que me hayas encumbrado tanto?

19Y hasta te parece poco lo que me has dado, Señor y Dios, que me haces mayores promesas para mis descendientes. ¡No hay nadie que actúe como tú, Señor y Dios!

20¿Qué más te puedo decir, Señor y Dios, si tú me conoces mejor que nadie?

21Todas estas maravillas las has realizado conforme a tu palabra, y siguiendo tu corazón, y me las has dado a conocer.

22¡Cuán grande eres, Señor y Dios! ¡No hay nadie como tú! Tal y como lo hemos sabido, ¡no hay más Dios que tú!

23¿Y qué pueblo puede compararse a Israel, nación tan singular? Tú lo liberaste para hacerlo tu pueblo, le diste un nombre, y en su favor hiciste grandes y terribles proezas, porque lo amas. Tú lo liberaste de Egipto, y de otros pueblos y de sus dioses.

24Tú hiciste de Israel tu propio pueblo; tú lo hiciste tuyo para siempre. ¡Tú, Señor, eres su Dios!

25»Ahora, Señor y Dios, confirma para siempre la promesa que me has hecho, a mí y a mi familia, y haz todo lo que has dicho.

26Que tu gran nombre sea siempre reconocido. Que se diga que tú, Señor de los ejércitos, eres el Dios de Israel, y que los descendientes de tu siervo David siempre estarán en tu presencia.

27Tú, Señor de los ejércitos y Dios de Israel, le has dado a conocer a este siervo tuyo que afirmarás su descendencia. Por eso este siervo tuyo se atreve a presentarse ante ti y hacerte esta súplica.

28Tú, Señor y Dios, eres Dios, y tus promesas a este siervo tuyo son verdaderas.

29Dígnate bendecir a todos mis descendientes, y permite que siempre haya uno de ellos a tu servicio. Tú, Señor, lo has prometido, y con tu bendición será bendecida mi familia para siempre.»

LA TRINIDAD EN LA LLEGADA DEL REY 

El Evangelio de Mateo inicia con una genealogía que enlaza a Jesús con la dinastía de David y nos muestra cómo Él es el Rey prometido en el pasado (2 Sam 7) que reinará eternamente por la intervención del Dios trino. El Hijo de Dios vino para cumplir la misión de redención impulsada por el Padre y empoderada por el Espíritu Santo.

Mateo nos narra cómo Dios Padre envía un ángel para comunicarle a José que la criatura que María lleva en su vientre fue engendrada por el Espíritu Santo. Pocos pasajes de la Escritura pueden llevarnos a una adoración tan profunda como ver al Dios trino actuando con tal misericordia por amor a su pueblo, con el propósito de traer a nuestro Rey que nos salvará.

Por consiguiente, cuando vemos la gloria del Hijo de Dios en un pesebre al venir a este mundo para salvarnos, también debemos ver la presentación de la unidad de la Trinidad en el comienzo de una misión de rescate. En esta Navidad, ¿cómo agradecerás a Dios por la obra de cada persona de la Trinidad en tu salvación?

*Este es un fragmento adaptado del ebook: Noticias de gran gozo: 25 reflexiones para celebrar el Adviento. (2021, Coalición por el Evangelio), editado por Josué Barrios. Usado con permiso.

Nuestro anhelo

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