De la Biblia a la vida: las finanzas
Un tema que a muchos preocupa es el manejo de los recursos. La Biblia nos provee principios para poder gobernarnos en esta área de la vida. El primero y principal es saber que Dios es el dueño de todo y nosotros administradores de lo que el Señor nos ha dado (Sal 24.1), esto abarca todo lo que somos y tenemos, y por ello debemos saber que un día tendremos que rendir cuentas de la manera en que hemos administrado todo.
El segundo principio tiene que ver con nuestro grado de satisfacción por lo que te-nemos (Fil 4.11-12). Si vivimos, como dijo una vez un economista, creyendo que las necesidades son infinitas y los recursos limitados, siempre estaremos insatisfechos. Las necesidades no son realmente infinitas, lo que muchas veces no tiene límites son nuestros deseos. Para eso debiéramos vivir pensando en las palabras del Salmo 23: “El Señor es mi pastor, nada me falta…”. Por otra parte, es Dios el que nos da la posibilidad y capacidad de disfrutar de lo que tenemos (Ec 5.19 y 6.1-2). El libro de Proverbios tiene mucha enseñanza respecto a los bienes materiales; Proverbios 22.7 nos recuerda que los deudores terminan siendo esclavos de los acreedores. Esto está muy ligado al mal uso de las tarjetas de crédito y al endeudamiento mayor que nuestras posibilidades de pago.
Proverbios 24.3-4 nos recuerda que hacen falta tres virtudes para vivir libres de angustias y ansiedades por el dinero:
– Sabiduría y discernimiento
– Inteligencia y capacidad
– Buen juicio y criterio
Si al momento de gastar no usamos estas virtudes es posible que nada nos alcance y siempre estemos amargados y preocupados por lo que nos falta.
El tercer principio tiene que ver con el lugar que ocupa el dinero en nuestro corazón (Heb 13.5). La Biblia no condena el dinero, sino el amor al dinero. Hay muchas cosas más valiosas que las riquezas (Pr 22.1). Dios condena tanto la codicia (Ex 20.17) que es el deseo por lo que tiene mi prójimo, como la avaricia (Col 3.5) que es el deseo de tener más que mi prójimo.
Finalmente tendremos paz en toda circunstancia si aprendemos a vivir conforme a las enseñanzas de 1 Tesalonicenses 4.11-12:
– Trabajando con nuestras manos
– No dependiendo de nadie
– Siendo generosos
Que la gracia del Señor les acompañe al administrar lo que Él les ha dado.