Jesús anuncia su muerte
27»Ahora mi alma está turbada. ¿Y acaso diré: “Padre, sálvame de esta hora”? ¡Si para esto he venido!
28Padre, ¡glorifica tu nombre!» En ese momento vino una voz del cielo: «Lo he glorificado, y volveré a glorificarlo.»
29La multitud que estaba allí, y que había oído la voz, decía que había sido un trueno. Pero otros decían: «Le ha hablado un ángel.»
30Jesús les dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por ustedes.
31Ahora es el juicio de este mundo; ahora será expulsado el príncipe de este mundo.
32Y cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.»
33Con esto Jesús daba a entender de qué muerte iba a morir.
34Pero la gente le respondió: «Nosotros hemos oído que, según la ley, el Cristo permanece para siempre. Entonces, ¿cómo puedes decir que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre?»
35Jesús les dijo: «Por un poco más de tiempo la luz está entre ustedes; mientras tengan luz, caminen, para que no los sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas no sabe por dónde va.
36Mientras tengan la luz, crean en la luz, para que sean hijos de la luz.»
Incredulidad de los judíos
Dicho esto, Jesús se fue y se ocultó de ellos.
37Y a pesar de que había hecho tantas señales ante ellos, no creían en él;
38para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, que dijo:
«Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?
¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?»
39Por esto no podían creer, pues Isaías también dijo:
40«Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón;
para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón,
y se conviertan, y yo los sane.»
41Isaías dijo esto cuando vio su gloria y habló acerca de él.
42Con todo eso, muchos creyeron en él, incluso algunos de los gobernantes; pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.
43Y es que amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.
Las palabras de Jesús juzgarán a los hombres
44Jesús clamó y dijo: «El que cree en mí, no cree en mí sino en el que me envió;
45y el que me ve, ve al que me envió.
46Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.
47Al que oye mis palabras, y no las obedece, no lo juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.
48El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue, y es la palabra que he hablado; ella lo juzgará en el día final.
49Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre, que me envió, me dio también el mandamiento de lo que debo decir y de lo que debo hablar.
50Y sé que su mandamiento es vida eterna. Por lo tanto, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.»