Saulo escapa de los judíos
23Después de algún tiempo los judíos se reunieron en consejo y resolvieron matarlo,
24así que día y noche hacían guardia a la entrada de la ciudad para matarlo. Pero Pablo se enteró de sus planes,
25y una noche los discípulos lo pusieron dentro de una canasta y lo bajaron por la muralla de la ciudad.
Saulo en Jerusalén
26Cuando Saulo llegó a Jerusalén, tuvo la intención de reunirse con los discípulos; pero todos le tenían miedo porque no creían que fuera uno de ellos.
27Entonces Bernabé se encargó de llevar a Saulo ante los apóstoles, y allí les contó cómo Saulo había visto al Señor en el camino, cómo había hablado con él, y con qué valor había predicado en Damasco en el nombre de Jesús.
28Desde entonces Pablo pudo quedarse en Jerusalén con los apóstoles, y entraba y salía de la ciudad,
29y hablaba con los griegos y debatía con ellos, pero estos trataban de matarlo.
30Cuando los hermanos supieron esto, lo llevaron hasta Cesarea y lo enviaron a Tarso.
31Mientras tanto, las iglesias en toda Judea, Galilea y Samaria vivían en paz y eran edificadas en el temor del Señor, y su número iba en aumento por la fuerza del Espíritu Santo.
Curación de Eneas
32Pedro visitaba a todos los hermanos, así que también visitó a los santos que vivían en Lida.
33Allí había un hombre llamado Eneas, que tenía ocho años de estar en cama, pues era paralítico.
34Cuando Pedro lo vio, le dijo: «Eneas, Jesucristo te ha sanado. Levántate y arréglate.» Y Eneas se levantó enseguida.
35Al ver esto, los habitantes de Lida y de Sarón se convirtieron al Señor.
Resurrección de Dorcas
36En Jope había una discípula llamada Tabitá, es decir, Dorcas. Tabitá siempre hacía muchas buenas obras y ayudaba mucho a la gente pobre.
37Pero sucedió que en esos días se enfermó y murió. Entonces lavaron su cadáver, y luego lo pusieron en una sala.
38Como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos supieron que Pedro estaba allí; entonces enviaron a dos hombres para pedirle que fuera a Jope urgentemente.
39Pedro se levantó y se fue con ellos. Cuando llegó, lo llevaron a la sala. Allí, todas las viudas lo rodearon y, mientras lloraban, le mostraron las túnicas y los vestidos que Dorcas había hecho cuando vivía.
40Entonces Pedro pidió que salieran todos; luego se puso de rodillas y, dirigiéndose al cuerpo, oró y dijo: «Tabitá, ¡levántate!» Ella abrió los ojos y, cuando vio a Pedro, se puso de pie.
41Pedro le dio la mano y la levantó; luego llamó a los santos y a las viudas, y les entregó viva a Tabitá.
42Esto llegó a saberse en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor.
43Durante muchos días Pedro se quedó en Jope, en la casa de un curtidor llamado Simón.