Sociedad Biblica Argentina

Miércoles 23 de abril: Marcos 12:18-44

Texto(s) de la Biblia

San Marcos 12

La pregunta acerca de la resurrección

18Se le acercaron entonces los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron:

19«Maestro, Moisés nos escribió que, si el hermano de alguien muere y deja a su esposa sin hijos, algún hermano suyo debe casarse con la viuda para darle descendencia a su hermano muerto.

20Se dio el caso de siete hermanos. El primero de ellos se casó, y murió sin dejar descendencia.

21El segundo se casó con la viuda, y murió y tampoco dejó descendencia. Lo mismo pasó con el tercero,

22y con los siete; y ninguno de ellos dejó descendencia. Al final, todos murieron, y también la mujer.

23En la resurrección, cuando todos resuciten, ¿esposa de cuál de ellos será esta mujer, puesto que los siete estuvieron casados con ella?»

24Jesús les respondió: «El error de ustedes es que no conocen las Escrituras ni el poder de Dios.

25Porque cuando los muertos resuciten, no se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en los cielos.

26Pero en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿acaso no han leído en el libro de Moisés? Allí dice que Dios le habló en la zarza y le dijo: “Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.”

27Así que ustedes están muy equivocados, porque Dios no es un Dios de muertos, sino el Dios de los que viven.»

El gran mandamiento

28Uno de los escribas, que había estado presente en la discusión y que vio lo bien que Jesús les había respondido, le preguntó: «De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante?»

29Jesús le respondió: «El más importante es: “Oye, Israel: el Señor, nuestro Dios, el Señor es uno.”

30Y “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.”

31El segundo en importancia es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay otro mandamiento más importante que estos.»

32El escriba le dijo: «Bien, Maestro; hablas con la verdad cuando dices que Dios es uno, y que no hay otro Dios fuera de él,

33y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más importante que todos los holocaustos y sacrificios.»

34Al verlo Jesús responder de manera tan sabia, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios.» Y nadie se atrevía ya a preguntarle nada.

¿De quién es hijo el Cristo?

35Al enseñar Jesús en el templo, decía: «¿Cómo es que los escribas dicen que el Cristo es hijo de David?

36David mismo dijo, por el Espíritu Santo:

»“El Señor le dijo a mi señor:

Siéntate a mi derecha,

hasta que ponga a tus enemigos

por estrado de tus pies.”

37Y si David mismo lo llama Señor, ¿cómo, entonces, puede ser su hijo?» Y una gran multitud lo escuchaba de buena gana.

Jesús acusa a los escribas

38En su enseñanza también les decía: «Cuídense de los escribas. Porque les gusta pasearse con ropas largas, y les encanta que los saluden en las plazas,

39y sentarse en las primeras sillas de las sinagogas, y ocupar los mejores asientos en las cenas.

40Además, se apoderan de los bienes de las viudas, y luego fingen hacer largas oraciones. ¡Pero peor será su condenación!»

La ofrenda de la viuda

41Jesús estaba sentado frente al arca de las ofrendas, y miraba cómo la gente echaba sus monedas en el arca. Muchos ricos echaban mucho,

42pero una viuda pobre llegó y echó dos moneditas de muy poco valor.

43Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «De cierto les digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca,

44porque todos han echado de lo que les sobra, pero esta, de su pobreza echó todo lo que tenía, ¡todo su sustento!»

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