Sociedad Biblica Argentina

Domingo 13 de julio: Lucas 6:20-49

Texto(s) de la Biblia

San Lucas 6

Bienaventuranzas y ayes

20Jesús miró a sus discípulos y les dijo: «Bienaventurados ustedes los pobres, porque el reino de Dios les pertenece.

21»Bienaventurados ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados. Bienaventurados ustedes los que ahora lloran, porque reirán.

22»Bienaventurados serán ustedes cuando, por causa del Hijo del Hombre, la gente los odie, los segregue, los vitupere, y menosprecie su nombre como algo malo.

23Cuando llegue ese día, alégrense y llénense de gozo, porque grande será el galardón que recibirán en los cielos. ¡Eso mismo hicieron con los profetas los antepasados de esta gente!

24»Pero ¡ay de ustedes los ricos!, porque ya han recibido su consuelo.

25»¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos!, porque habrán de pasar hambre.

»¡Ay de ustedes, los que ahora ríen!, porque habrán de llorar y de lamentarse.

26»¡Ay de ustedes, cuando todos los alaben!, porque lo mismo hacían con los falsos profetas los antepasados de esta gente.

El amor hacia los enemigos

27»A ustedes, los que me escuchan, les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian,

28bendigan a quienes los maldicen, y oren por quienes los calumnian.

29Si alguno te golpea en una mejilla, preséntale también la otra. Si alguien te quita la capa, deja que se lleve también la túnica.

30A todo el que te pida, dale; y a quien se lleve lo que es tuyo, no le pidas que te lo devuelva.

La regla de oro

31»Traten a los demás como ustedes quieran ser tratados.

32Porque si ustedes aman solo a quienes los aman, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores aman a quienes los aman!

33Y si ustedes tratan bien solo a quienes los tratan bien a ustedes, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores hacen lo mismo!

34Si prestan algo a aquellos de quienes ustedes esperan recibir algo, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores se prestan unos a otros para recibir otro tanto!

35Ustedes deben amar a sus enemigos, hacer el bien y dar prestado, sin esperar nada a cambio. Grande será entonces el galardón que recibirán, y serán hijos del Altísimo. Porque él es benigno con los ingratos y con los malvados.

36Por lo tanto, sean compasivos, como también su Padre es compasivo.

El juzgar a los demás

37»No juzguen, y no serán juzgados. No condenen, y no serán condenados. Perdonen, y serán perdonados.

38Den, y se les dará una medida buena, incluso apretada, remecida y desbordante. Porque con la misma medida con que ustedes midan, serán medidos.»

39Les dijo también una parábola: «¿Acaso un ciego puede guiar a otro ciego? ¿Acaso no se caerán los dos en algún hoyo?

40El discípulo no es superior a su maestro, pero el que complete su aprendizaje será como su maestro.

41¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no miras la viga que está en tu propio ojo?

42¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame sacarte la paja que tienes en tu ojo”, si no ves la viga que tienes en tu propio ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces podrás ver bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano.

Por sus frutos serán conocidos

43»Ningún árbol bueno produce frutos malos, ni tampoco un árbol malo produce frutos buenos.

44Porque cada árbol se conoce por su fruto. No se cortan higos de los espinos, ni se vendimian uvas de las zarzas.

45El hombre bueno, saca lo bueno del buen tesoro de su corazón. El hombre malo, saca lo malo del mal tesoro de su corazón; porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Los dos cimientos

46»¿Por qué me llaman ustedes “Señor, Señor”, y no hacen lo que les mando hacer?

47Les voy a decir como quién es el que viene a mí, y oye mis palabras y las pone en práctica:

48Es como quien, al construir una casa, cava hondo y pone los cimientos sobre la roca. En caso de una inundación, si el río golpea con ímpetu la casa, no logra sacudirla porque está asentada sobre la roca.

49Pero el que oye mis palabras y no las pone en práctica, es como quien construye su casa sobre el suelo y no le pone cimientos. Si el río golpea con ímpetu la casa, la derrumba y la deja completamente en ruinas.»

San Lucas 6:20-49RVRCAbrir en el lector de la Biblia

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