Dios dirige nuestra vida
1Es de tontos emborracharse,
porque se pierde el control
y se provoca mucho alboroto.
2Cuando el rey se enoja
es como un león que ruge;
quien lo hace enojar,
pone en peligro su vida.
3Cualquier tonto inicia un pleito,
pero quien lo evita merece aplausos.
4Quien no trabaja en otoño
se muere de hambre en invierno.
5Los planes de la mente humana
son profundos como el mar;
quien es inteligente los descubre.
6Hay muchos que afirman ser leales,
pero nadie encuentra gente confiable.
7Dios bendice
a los hijos del hombre honrado,
cuando ellos siguen su ejemplo.
8En cuanto el rey se sienta
para juzgar al acusado,
con una mirada suya
acaba con el malvado.
9Nadie puede decir
que tiene buenos pensamientos
ni que está limpio de pecado.
10Dios no soporta dos cosas:
que engañes al que te vende,
y que engañes al que te compra.
11Por los hechos se llega a saber
si el joven tiene buena conducta.
12Dios ha creado dos cosas:
los oídos para oír
y los ojos para ver.
13Si solo piensas en dormir
terminarás en la pobreza.
Mejor piensa en trabajar,
y nunca te faltará comida.
14Para el que compra,
ninguna mercancía es buena;
para el que vende,
ninguna mercancía es mejor.
15Podrá haber mucho oro,
y muchas piedras preciosas,
pero nada hay más valioso
que las enseñanzas del sabio.
16Si te comprometes a pagar
las deudas de un desconocido,
te pedirán dar algo en garantía
y perderás hasta el abrigo.
17Tal vez te sepa muy sabroso
ganarte el pan con engaños,
pero acabarás comiendo basura.
18Siempre que hagas planes,
sigue los buenos consejos;
nunca vayas a la guerra
sin un buen plan de batalla.
19El que habla mucho
no sabe guardar secretos.
No te juntes con gente chismosa.
20El que maldice a sus padres
morirá antes de tiempo.
21Lo que al principio
se gana fácilmente,
al final no trae ninguna alegría.
22Nunca hables de tomar venganza;
mejor confía en Dios,
y él vendrá en tu ayuda.
23Dios no soporta dos cosas:
que engañes al que te vende,
y que engañes al que te compra.
24Nadie sabe cuál será su futuro;
por eso debemos dejar
que Dios dirija nuestra vida.
25No caigas en la trampa
de prometerle algo a Dios,
para luego no cumplirle.
26Cuando el rey sabio
castiga al malvado,
lo destruye por completo.
27Dios nos ha dado la conciencia
para que podamos examinarnos
a nosotros mismos.
28El rey afirma su reinado
cuando es fiel a Dios
y trata bien a su pueblo.
29El orgullo del joven es su fuerza;
el del anciano, su experiencia.
30Con golpes y con azotes
se corrigen los malos pensamientos.