Esposas para la tribu de Benjamín
1Los israelitas habían hecho el siguiente juramento en Mispá: «No permitiremos que nuestras hijas se casen con ninguno de la tribu de Benjamín». 2Esto puso a todos muy tristes, así que fueron a Betel y estuvieron allí todo el día lamentándose delante de Dios. Lloraban amargamente 3y decían: «¡Dios nuestro! Ahora nos falta una tribu en Israel. ¿Por qué nos tenía que pasar esto?»
4Al día siguiente, se levantaron muy temprano y construyeron un altar, donde ofrecieron sacrificios y ofrendas de paz. 5También trataban de averiguar si alguna de las tribus había faltado a la reunión en Mispá, porque habían jurado matar solamente a los que no hubieran asistido.
6Los israelitas les tenían lástima a sus hermanos de la tribu de Benjamín. Lloraban y decían: «Hoy ha sido arrancada de Israel una de sus tribus. 7¿Qué podemos hacer para conseguirles esposas a los que no murieron de la tribu de Benjamín? No les podemos dar como esposas a nuestras hijas, porque hemos jurado ante Dios que no las casaríamos con ninguno de ellos».
8Seguían averiguando en todas las tribus israelitas para ver si algún grupo no había asistido a la reunión en Mispá. Recordaron que del campamento de Jabés de Galaad no había asistido nadie, 9porque al pasar lista ninguno de ese grupo había respondido. 10-11Así que todo el pueblo envió a doce mil de sus soldados más valientes con esta orden: «Vayan a Jabés y maten a todos los hombres, incluyendo a las mujeres casadas y a los niños, pero no maten a las solteras».
12Y se encontró que entre los que vivían en Jabés había cuatrocientas jóvenes solteras, y las llevaron al campamento de Siló, que está en Canaán.
13Después, todo el pueblo envió mensajeros a los de Benjamín que estaban en la gran piedra de Rimón, para invitarlos a hacer la paz. 14Los de Benjamín volvieron, y los otros israelitas les dieron por esposas a las mujeres que habían traído de Jabés. Pero no hubo suficientes mujeres para todos.
15Esto puso muy tristes a los israelitas, pues Dios había dejado un vacío en las tribus de Israel. 16Los jefes del pueblo se decían:
«Todas las mujeres de la tribu de Benjamín han muerto, así que ¿dónde vamos a encontrar esposas para los que no tienen? 17Tenemos que hallar el modo de que los de Benjamín sigan ocupando el lugar que les corresponde. No debe desaparecer una de las tribus israelitas. 18Pero no podemos permitir que se casen con nuestras hijas, porque todos los israelitas hemos jurado pedirle a Dios que castigue a todo aquel que case a su hija con uno de la tribu de Benjamín».
19Después recordaron que faltaba poco para la fiesta anual en Siló, que está al norte de Betel, al sur de Leboná, y al este del camino que sube de Betel a Siquem. 20Así que les dijeron a los de Benjamín:
«Vayan a Siló. Escóndanse en los viñedos, 21y esperen allí hasta que las jóvenes empiecen a bailar durante la fiesta. Entonces salgan de sus escondites, tome cada uno de ustedes una de esas mujeres, y vuelva con ella a su territorio. 22Si los padres o los hermanos de las jóvenes vienen a quejarse, les diremos así: “Por favor, déjenlos que se lleven a las jóvenes. Hacen esto porque en la guerra contra Jabés no pudimos conseguir esposas para todos. En realidad, ustedes no han dejado de cumplir el juramento que hicieron, pues no se las entregaron”».
23A los de Benjamín les pareció bien hacer lo que se les sugería, así que cada uno tomó una de las jóvenes que estaban bailando, y todos se volvieron a sus territorios. Edificaron de nuevo las ciudades y se quedaron a vivir en ellas. 24Los otros israelitas también se fueron. Cada uno volvió a su propio territorio, a su tribu y a su grupo familiar.
25En aquella época los israelitas todavía no tenían rey, y cada uno hacía lo que le daba la gana.