Bildad
1-2¿Hasta cuándo vas a seguir hablando así,
hablando como un viento huracanado?
3Dios, el Todopoderoso,
nunca tuerce la justicia ni el derecho.
4Seguramente tus hijos pecaron contra Dios,
y él les dio el castigo merecido.
5Busca a Dios, al Todopoderoso,
y pídele que tenga compasión de ti.
6Si tú actúas con pureza y rectitud,
él velará por ti, y te dará
el hogar que justamente mereces.
7La riqueza que tenías no será nada
comparada con lo que tendrás después.
8Consulta a las generaciones pasadas,
aprende de la experiencia de los antiguos.
9Nosotros somos apenas de ayer, y nada sabemos;
nuestros días en esta tierra pasan como una sombra.
10Pero los antiguos podrán hablarte
y enseñarte muchas cosas.
11El junco y el papiro
crecen solo donde abunda el agua;
12sin embargo, estando aún verdes y sin cortar,
se secan antes que otras hierbas.
13Lo mismo pasa con los malvados,
con los que se olvidan de Dios:
sus esperanzas quedan frustradas.
14Su confianza y su seguridad
son como el hilo de una telaraña.
15Querrán agarrarse al hilo, y no resistirá;
o apoyarse en la telaraña, y no los soportará.
16Los malvados son como verdes hierbas al sol,
que se extienden por todo el jardín;
17enredan sus raíces entre las rocas
y se adhieren a las piedras,
18pero si alguien las arranca de su sitio
nadie podrá saber que estuvieron allí.
19Así termina su prosperidad,
y en su lugar brotan otras hierbas.
20Dios no abandona al hombre intachable,
ni brinda su apoyo a los malvados.
21Él hará que vuelvas a reír
y que grites de alegría;
22en cambio, tus enemigos se cubrirán de vergüenza
y la casa de los malvados será destruida.