—Todavía voy a traer otra plaga sobre el faraón y los egipcios. Después de esto, el faraón no solo va a dejar que ustedes salgan, sino que él mismo los va a echar de aquí. 2Pero ahora diles a los israelitas, hombres y mujeres, que pidan a sus vecinos y vecinas objetos de oro y plata.
3El Señor hizo que los egipcios fueran muy amables con los israelitas. Además, los funcionarios del faraón consideraban a Moisés como un hombre extraordinario, y lo mismo pensaban todos en Egipto.
4Moisés dijo al faraón:
—Así ha dicho el Señor: “A la medianoche pasaré por todo Egipto, 5y morirá el hijo mayor de cada familia egipcia, desde el hijo mayor del faraón que ocupa el trono, hasta el hijo mayor de la esclava que trabaja en el molino. También morirán todas las primeras crías de los animales. 6En todo Egipto habrá gritos de dolor, como nunca los ha habido ni los volverá a haber.” 7Y para que sepan ustedes que el Señor hace diferencia entre egipcios e israelitas, ni siquiera le ladrarán los perros a ningún hombre o animal de los israelitas. 8Entonces vendrán a verme todos estos funcionarios tuyos, y de rodillas me pedirán: “Váyanse, tú y toda la gente que te sigue.” Antes de eso, no me iré.
Y muy enojado, Moisés salió de la presencia del faraón. 9Después, el Señor le dijo a Moisés:
—El faraón no les va a hacer caso a ustedes, y así serán más las maravillas que yo haré en Egipto.
10Moisés y Aarón hicieron todas estas maravillas delante del faraón, pero como el Señor lo había hecho ponerse terco, el faraón no dejó salir de Egipto a los israelitas.