51Y VI en la mano derecha del
que estaba sentado sobre el trono
un libro escrito de dentro y de fuera,
sellado con siete sellos.
2Y vi un fuerte ángel predicando en alta voz: ¿Quién es digno de abrir el libro, y de desatar sus sellos?
3Y ninguno podía, ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, abrir el libro, ni mirarlo.
4Y yo lloraba mucho, porque no había sido hallado ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
5Y
uno de los ancianos me dice: No llores: he aquí
el león
de la tribu de Judá,
la raíz de David, que ha vencido para abrir el libro, y desatar
sus siete sellos.
6Y miré; y he aquí en medio del trono y de los cuatro animales, y en medio de los ancianos, estaba
un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y
siete ojos, que son
los siete Espíritus de Dios enviados en toda la tierra.
7Y él vino, y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono.
8Y cuando hubo tomado el libro,
los cuatro animales y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero, teniendo cada uno
arpas, y
copas de oro llenas de perfumes,
que son las oraciones de los santos:
9Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y
nos has redimido para Dios
con tu sangre,
de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
10Y nos
has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
11Y miré, y oí voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los animales, y de los ancianos;
y la multitud de ellos era millones de millones,
12Que decían en alta voz:
El Cordero que fué inmolado es digno de tomar
el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza.
13Y oí á toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y que está en el mar, y todas las cosas que en ellos están, diciendo:
Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendición, y la honra, y la gloria, y el poder, para siempre jamás.
14Y
los cuatro animales decían:
Amén. Y los veinticuatro ancianos cayeron sobre sus rostros, y adoraron al que vive para siempre jamás.
61Y MIRÉ
cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí á uno los cuatro animales diciendo como con una voz de trueno: Ven y ve.
2Y miré, y he aquí
un caballo blanco:
y el que estaba sentado encima de él, tenía un arco;
y le fué dada una corona, y salió victorioso, para que también venciese.
3Y cuando él abrió el segundo sello, oí al segundo animal, que decía: Ven y ve.
4Y
salió otro caballo bermejo: y al que estaba sentado sobre él, fué dado poder
de quitar la paz de la tierra, y que se maten unos á otros: y fuéle dada una grande espada.
5Y cuando él abrió el tercer sello, oí al tercer animal, que decía: Ven y ve. Y miré, y he aquí
un caballo negro: y el que estaba sentado encima de él, tenía
un peso en su mano.
6Y oí una voz en medio de los cuatro animales, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario: y
no hagas daño al vino ni al aceite.
7Y cuando él abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto animal, que decía: Ven y ve.
8Y miré,
y he aquí un caballo amarillo: y el que estaba sentado sobre él tenía por nombre Muerte; y el infierno le seguía: y le fué dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra,
para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las bestias de la tierra.
9Y cuando él abrió el quinto sello, vi debajo
del altar
las almas de los que habían sido muertos
por la palabra de Dios y por el testimonio que ellos tenían.
10Y clamaban en alta voz diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero,
no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra?
11Y
les fueron dadas sendas ropas blancas, y fuéles dicho
que reposasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completaran sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.
12Y miré cuando él abrió el sexto sello,
y he aquí fué hecho un gran terremoto; y
el sol se puso negro como un saco de cilicio, y la luna se puso toda como sangre;
13Y las estrellas del cielo
cayeron sobre la tierra, como la higuera echa sus higos cuando es movida de gran viento.
14Y el cielo se apartó como
un libro que es envuelto; y todo
monte y las
islas fueron movidas de sus lugares.
15Y los reyes de la tierra, y los príncipes, y los ricos, y los capitanes, y los fuertes, y todo siervo y todo libre,
se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
16Y decían á los montes
y á las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos de la cara de
aquél que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero:
17Porque
el gran día de su ira es venido;
¿y quién podrá estar firme?
71Y DESPUÉS de estas cosas vi cuatro ángeles que estaban sobre los cuatro ángulos de la tierra,
deteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento sobre la tierra, ni sobre la mar, ni sobre ningún árbol.
2Y vi otro ángel que subía del nacimiento del sol, teniendo el sello
del Dios vivo: y clamó con gran voz á los cuatro ángeles, á los cuales era dado hacer daño á la tierra y á la mar,
3Diciendo:
No hagáis daño á la tierra, ni al mar, ni á los árboles, hasta que señalemos á los siervos de nuestro Dios en sus frentes.
4Y oí el número
de los señalados:
ciento cuarenta y cuatro mil señalados de todas las tribus de los hijos de Israel.
5De la tribu de Judá, doce mil señalados.
De la tribu de Rubén, doce mil señalados.
De la tribu de Gad, doce mil señalados.
6De la tribu de Aser, doce mil señalados.
De la tribu de Neftalí, doce mil señalados.
De la tribu de Manasés, doce mil señalados.
7De la tribu de Simeón, doce mil señalados.
De la tribu de Leví, doce mil señalados.
De la tribu de Issachâr, doce mil señalados.
8De la tribu de Zabulón, doce mil señalados.
De la tribu de José, doce mil señalados.
De la tribu de Benjamín, doce mil señalados.
9Después de estas cosas miré, y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar,
de todas gentes y linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero,
vestidos de ropas blancas, y
palmas en sus manos;
10Y clamaban en alta voz, diciendo:
Salvación á nuestro Dios
que está sentado sobre el trono, y al Cordero.
11Y todos los ángeles estaban alrededor del trono, y de los ancianos y los cuatro animales; y postráronse sobre sus rostros delante del trono, y adoraron á Dios,
12Diciendo:
Amén: La bendición y la gloria y la sabiduría, y la acción de gracias y la honra y la potencia y la fortaleza, sean á nuestro Dios para siempre jamás. Amén.
13Y respondió uno de los ancianos, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?
14Y yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han venido de grande tribulación, y han
lavado sus ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero.
15Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo: y el que está sentado en el trono
tenderá su pabellón sobre ellos.
16No tendrán más hambre,
ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni otro ningún calor.
17Porque el Cordero que está en medio del trono
los pastoreará, y los guiará á fuentes vivas de aguas:
y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos.