11LOS
proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel:
2Para entender sabiduría y doctrina;
Para conocer las razones prudentes;
3Para
recibir el consejo de prudencia,
Justicia, y juicio y equidad;
4Para dar
sagacidad á los
simples,
Y á los jóvenes inteligencia y cordura.
5Oirá el sabio, y aumentará el saber;
Y el entendido adquirirá consejo;
6Para entender parábola y declaración;
Palabras de sabios, y sus dichos oscuros.
7
El principio de la sabiduría es el temor de Jehová:
Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.
8Oye, hijo mío, la doctrina de tu padre,
Y no desprecies la dirección de tu madre:
9Porque adorno de gracia serán á tu cabeza,
Y collares á tu cuello.
10Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar,
No consientas.
11Si dijeren: Ven con nosotros,
Pongamos
asechanzas á la sangre,
Acechemos sin motivo al inocente;
12Los
tragaremos vivos como el sepulcro,
Y enteros,
como los que caen en sima;
13Hallaremos riquezas de todas suertes,
Henchiremos nuestras casas de despojos;
14Echa tu suerte entre nosotros;
Tengamos todos una bolsa:
15
Hijo mío, no andes en camino con ellos;
Aparta tu pie de sus veredas:
16
Porque sus pies correrán al mal,
E irán presurosos á derramar sangre.
17Porque en vano se tenderá la red
Ante los ojos de toda ave;
18Mas ellos á su propia sangre
ponen asechanzas,
Y á sus almas tienden lazo.
19
Tales son las sendas de todo el que es dado á la codicia,
La cual prenderá el alma de sus poseedores.
20La sabiduría clama de fuera,
Da su voz en las plazas:
21Clama en los principales lugares de concurso;
En las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones:
22¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza,
Y los burladores desearán el burlar,
Y los insensatos
aborrecerán la ciencia?
23Volveos á mi reprensión:
He aquí
yo os derramaré mi espíritu,
Y os haré saber mis palabras.
24
Por cuanto llamé, y no quisisteis:
Extendí mi mano, y no hubo quien escuchase;
25Antes desechasteis todo consejo mío,
Y mi reprensión no quisisteis:
26
También yo me reiré en vuestra calamidad,
Y me burlaré cuando os viniere lo que teméis;
27
Cuando viniere como una destrucción lo que teméis,
Y vuestra calamidad llegare como un torbellino;
Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia.
28
Entonces me llamarán, y no responderé;
Buscarme han de mañana, y no me hallarán:
29Por cuanto aborrecieron la sabiduría,
Y no
escogieron el temor de Jehová,
30Ni quisieron mi consejo,
Y menospreciaron toda reprensión mía:
31
Comerán pues del fruto de su camino,
Y se hartarán de sus consejos.
32Porque el reposo de los ignorantes los matará,
Y la prosperidad de los necios los echará á perder.
33Mas
el que me oyere, habitará confiadamente,
Y
vivirá reposado, sin temor de mal.
21HIJO mío, si tomares mis palabras,
Y mis mandamientos guardares dentro de ti,
2Haciendo estar atento tu oído á la sabiduría;
Si inclinares tu corazón á la prudencia;
3Si clamares á la inteligencia,
Y á la prudencia dieres tu voz;
4
Si como á la plata la buscares,
Y la escudriñares como á tesoros;
5Entonces entenderás el temor de Jehová,
Y hallarás el conocimiento de Dios.
6Porque Jehová da la sabiduría,
Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.
7El provee de sólida sabiduría á los rectos:
Es escudo á los que caminan rectamente.
8Es el que guarda las veredas del juicio,
Y
preserva el camino de sus santos.
9Entonces entenderás justicia, juicio,
Y equidad, y todo buen camino.
10Cuando la sabiduría entrare en tu corazón,
Y la ciencia fuere dulce á tu alma,
11El consejo te guardará,
Te preservará la inteligencia:
12Para librarte del mal camino,
De los hombres que hablan perversidades;
13Que dejan las veredas derechas,
Por andar en caminos tenebrosos;
14Que
se alegran haciendo mal,
Que
se huelgan en las perversidades del vicio;
15Cuyas veredas son torcidas,
Y torcidos sus caminos.
16
Para librarte de la mujer extraña,
De la ajena que halaga con sus palabras;
17
Que desampara el príncipe de su mocedad,
Y se olvida del pacto de su Dios.
18Por lo cual
su casa está inclinada á la muerte,
Y sus veredas hacia los muertos:
19Todos los que á ella entraren, no volverán,
Ni tomarán las veredas de la vida.
20Para que andes por el camino de los buenos,
Y guardes las veredas de los justos.
21
Porque los rectos habitarán la tierra,
Y los perfectos permanecerán en ella;
22
Mas los impíos serán cortados de la tierra,
Y los prevaricadores serán de ella desarraigados.