141EN aquel tiempo
Herodes el
tetrarca oyó la fama de Jesús,
2Y dijo á sus criados: Este es Juan el Bautista: él ha resucitado de los muertos, y por eso virtudes obran en él.
3Porque Herodes
había prendido á Juan, y le había aprisionado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías,
mujer de Felipe su hermano;
4Porque Juan le decía: No te es lícito tenerla.
5Y quería matarle, mas
temía al pueblo; porque le tenían como
a profeta.
6Mas celebrándose el día del nacimiento de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio, y agradó á Herodes.
7Y prometió él con juramento de darle todo lo que pidiese.
8Y ella, instruída primero de su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista.
9Entonces el rey se entristeció; mas por el juramento, y por los que estaban juntamente á la mesa, mandó que se le diese.
10Y enviando, degolló á Juan en la cárcel.
11Y fué traída su cabeza en un plato, y dada á la muchacha; y ella la presentó á su madre.
12Entonces llegaron sus discípulos, y tomaron el cuerpo, y lo enterraron; y fueron, y dieron las nuevas á Jesús.
13
Y oyéndo lo Jesús,
se apartó de allí en un barco á un lugar desierto, apartado: y cuando las gentes lo oyeron, le siguieron á pie de las ciudades.
14Y saliendo Jesús, vió un gran gentío, y
tuvo compasión de ellos, y sanó á los que de ellos había enfermos.
15Y cuando
fué la tarde del día, se llegaron á él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y el tiempo es ya pasado: despide las gentes, para que se vayan por las aldeas, y compren para sí de comer.
16Y Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse: dadles vosotros de comer.
17Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.
18Y él les dijo: Traédmelos acá.
19Y mandando á las gentes recostarse sobre la hierba, tomando los cinco panes y los dos peces,
alzando los ojos al cielo,
bendijo, y partió y dió los panes á los discípulos, y los discípulos á las gentes.
20Y comieron todos, y se hartaron; y alzaron lo que sobró de los pedazos, doce
cestas llenas.
21Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin las mujeres y los niños.
22
Y luego Jesús hizo á sus discípulos entrar en el barco, é ir delante de él á la otra parte del lago, entre tanto que él despedía á las gentes.
23Y despedidas las gentes, subió
al monte, apartado, á orar: y como fué la tarde del día, estaba allí solo.
24Y ya el barco estaba en medio de la mar, atormentado de las ondas; porque el viento era contrario.
25Mas á la cuarta vela de la noche, Jesús fué á ellos andando sobre la mar.
26Y los discípulos, viéndole andar sobre la mar, se turbaron, diciendo: Fantasma es. Y dieron voces de miedo.
27Mas luego Jesús les habló, diciendo: Confiad, yo soy;
no tengáis miedo.
28Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si tú eres, manda que yo vaya á ti sobre las aguas.
29Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro del barco, andaba sobre las aguas para ir á Jesús.
30Mas viendo el viento fuerte, tuvo miedo; y comenzándose á hundir, dió voces, diciendo: Señor, sálvame.
31Y luego Jesús, extendiendo la mano, trabó de él, y le dice: Oh hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
32Y como ellos entraron en el barco, sosegóse el viento.
33Entonces los que estaban en el barco, vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente
eres Hijo de Dios.
34Y llegando á la otra parte, vinieron á la tierra de
Genezaret.
35Y como le conocieron los hombres de aquel lugar, enviaron por toda aquella tierra alrededor, y trajeron á él todos los enfermos;
36Y le rogaban que solamente tocasen el borde de su manto; y
todos los que tocaron, quedaron sanos.
151ENTONCES
llegaron á Jesús ciertos escribas y Fariseos de Jerusalem, diciendo:
2¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de los ancianos? porque no se lavan las manos cuando comen pan.
3Y él respondiendo, les dijo: ¿Por qué también vosotros traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?
4Porque Dios mandó, diciendo:
Honra al padre y á la madre, y,
El que maldijere al padre ó á la madre, muera de muerte.
5Mas vosotros decís: Cualquiera que dijere al padre ó á la madre: Es ya ofrenda mía á Dios todo aquello con que pudiera valerte;
6No deberá honrar á su padre ó á su madre con socorro. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición.
7Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, diciendo:
8Este pueblo
de labios me honra;
Mas su corazón lejos está de mí.
9Mas en vano me honran,
Enseñando doctrinas y mandamientos de hombres.
10Y llamando á sí las gentes, les dijo: Oid, y entended:
11No lo que entra en la boca
contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre.
12Entonces llegándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los Fariseos oyendo esta palabra se ofendieron?
13Mas respondiendo él, dijo:
Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada.
14Dejadlos:
son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo.
15Y respondiendo Pedro,
le dijo: Decláranos esta parábola.
16Y Jesús dijo: ¿Aun también vosotros sois sin entendimiento?
17¿No entendéis aún, que todo lo que entra en la boca, va al vientre, y es echado en la letrina?
18Mas
lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre.
19Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias.
20Estas cosas son las que contaminan al hombre: que comer
con las manos por lavar no contamina al hombre.
21Y saliendo Jesús de allí, se fué á las partes de
Tiro y de Sidón.
22Y he aquí una mujer Cananea, que había salido de aquellos términos, clamaba, diciéndole: Señor,
Hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija es malamente atormentada del demonio.
23Mas él no le respondió palabra. Entonces llegándose sus discípulos, le rogaron, diciendo:
Despáchala, pues da voces tras nosotros.
24Y él respondiendo, dijo:
No soy enviado sino á las ovejas perdidas de la casa de Israel.
25Entonces ella vino, y
le adoró, diciendo: Señor socórreme.
26Y respondiendo él, dijo: No es bien tomar el pan de los hijos, y echarlo á los
perrillos.
27Y ella dijo: Sí, Señor; mas los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores.
28Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer,
grande es tu fe; sea hecho contigo como quieres. Y fué sana su hija desde aquella hora.
29Y partido Jesús de allí,
vino junto al mar de Galilea: y subiendo al monte, se sentó allí.
30Y llegaron á él muchas gentes, que tenían consigo cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos: y los echaron á los pies de Jesús, y los sanó:
31De manera que se maravillaban las gentes, viendo hablar los mudos, los mancos sanos, andar los cojos, y ver los ciegos: y glorificaron al Dios de Israel.
32Y
Jesús llamando á sus discípulos, dijo:
Tengo lástima de la gente, que ya hace tres días que perseveran conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos ayunos no quiero, porque no desmayen en el camino.
33Entonces sus discípulos le dicen: ¿Dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, que hartemos á tan gran compañía?
34Y Jesús les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos.
35Y mandó á las gentes que se recostasen sobre la tierra.
36Y tomando los siete panes y los peces,
haciendo gracias, partió y dió á sus discípulos; y los discípulos á la gente.
37Y comieron todos, y se hartaron: y alzaron lo que sobró de los pedazos, siete espuertas llenas.
38Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin las mujeres y los niños.
39
Entonces, despedidas las gentes, subió en el barco: y vino á los términos de
Magdalá.
161Y LLEGÁNDOSE
los Fariseos y los Saduceos para tentarle, le pedían que les mostrase señal del cielo.
2Mas él respondiendo, les dijo:
Cuando es la tarde del día, decís: Sereno; porque el cielo tiene arreboles.
3Y á la mañana: Hoy tempestad; porque tiene arreboles el cielo triste. Hipócritas, que sabéis hacer diferencia en la faz del cielo; ¿y en las señales de los tiempos no podéis?
4La generación mala y
adulterina demanda señal; mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás profeta. Y dejándolos, se fué.
5Y viniendo sus discípulos de la otra parte del lago, se habían olvidado de tomar pan.
6Y Jesús les dijo: Mirad, y guardaos de la
levadura de los Fariseos y de los Saduceos.
7Y ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no tomamos pan.
8Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tomasteis pan?
9¿No entendéis aún,
ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántos cestos alzasteis?
10¿Ni de los siete panes
entre cuatro mil, y cuántas espuertas tomasteis?
11¿Cómo es que no entendéis que no por el pan os dije, que os guardaseis de la levadura de los Fariseos y de los Saduceos?
12Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura de pan, sino de la doctrina de los Fariseos y de los Saduceos.
13Y viniendo Jesús á las partes de Cesarea de Filipo, preguntó á sus discípulos, diciendo:
¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?
14Y ellos dijeron:
Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros; Jeremías, ó alguno de los profetas.
15El les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy?
16Y respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo,
el Hijo del
Dios viviente.
17Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres,
Simón, hijo de Jonás; porque no te lo reveló
carne ni sangre, mas mi Padre que está en los cielos.
18Mas yo también te digo, que
tú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi iglesia; y
las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
19Y á ti daré
las llaves del reino de los cielos;
y todo lo que ligares en la tierra será ligado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
20Entonces mandó
a sus discípulos que á nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.
21Desde aquel tiempo comenzó Jesús
a declarar á sus discípulos que
le convenía ir á Jerusalem, y padecer mucho de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y
resucitar al tercer día.
22Y Pedro, tomándolo aparte, comenzó á reprenderle, diciendo: Señor, ten compasión de ti: en ninguna manera esto te acontezca.
23Entonces él, volviéndose, dijo á Pedro: Quítate de delante de mí, Satanás; me eres escándalo; porque no entiendes lo que es de Dios sino lo que es de los hombres.
24Entonces Jesús
dijo á sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
25Porque
cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá, y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, la hallará.
26Porque ¿de qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y perdiere su alma? O ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?
27Porque
el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará á cada uno conforme á sus obras.
28De cierto os digo: hay algunos de los que están aquí, que no
gustarán la muerte,
hasta que hayan visto al Hijo del hombre viniendo en su reino.