101ESTÁ mi alma aburrida de mi vida:
Daré yo suelta á mi queja
sobre mí,
Hablaré con amargura de mi alma.
2Diré á Dios: no me condenes;
Hazme entender por qué pleiteas conmigo.
3
¿Parécete bien que oprimas,
Que
deseches la
obra de tus manos,
Y que resplandezcas sobre el consejo de los impíos?
4
¿Tienes tú ojos de carne?
¿Ves tú como ve el hombre?
5¿Son tus días como los días del hombre,
O tus años como los tiempos humanos,
6Para que inquieras mi iniquidad,
Y busques mi pecado,
7Sobre saber tú que no soy impío,
Y que no hay quien de tu mano libre?
8
Tus manos me formaron y me compusieron
Todo
en contorno: ¿y así me deshaces?
9Acuérdate ahora que
como á lodo me diste forma:
¿Y en polvo me has de tornar?
10¿No me fundiste como leche,
Y como un queso me cuajaste?
11Vestísteme de piel y carne,
Y cubrísteme de huesos y nervios.
12Vida y misericordia me concediste,
Y tu visitación guardó mi espíritu.
13Y estas cosas tienes guardadas en tu corazón;
Yo sé que
esto está cerca de ti.
14Si pequé,
tú me has observado,
Y no me limpias de mi iniquidad.
15Si fuere malo, ¡ay de mí!
Y si fuere justo, no
levantaré mi cabeza,
Estando harto de deshonra,
Y de verme afligido.
16Y subirá de punto, pues me cazas como á
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león,
Y tornas á hacer en mí maravillas.
17Renuevas contra mí tus plagas,
Y aumentas conmigo tu furor,
Remudándose sobre mí ejércitos.
18
¿Por qué me sacaste de la matriz?
Habría yo espirado, y no me vieran ojos.
19Fuera, como si nunca hubiera sido,
Llevado desde el vientre á la sepultura.
20
8.9
¿No son mis días poca cosa?
Cesa pues, y déjame, para que me
conforte un poco.
21
Antes que vaya para no volver,
A la tierra de tinieblas y
de sombra de muerte;
22Tierra de oscuridad, lóbrega
Como sombra de muerte, sin orden,
Y que aparece como la oscuridad misma.