101PORQUE la ley, teniendo
la sombra de
los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas,
nunca puede, por los mismos sacrificios que ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos á los que se allegan.
2De otra manera cesarÃan de ofrecerse; porque los que tributan este culto, limpios de una vez, no tendrÃan más conciencia de pecado.
3Empero
en estos sacrificios cada año se hace conmemoración de los pecados.
4Porque
la sangre de los toros y de los machos cabrÃos no puede quitar los pecados.
5Por lo cual,
entrando en el mundo, dice:
Sacrificio y presente no quisiste;
Mas
me apropiaste cuerpo:
6Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.
7Entonces dije: Heme aquÃ
(En la cabecera del libro está escrito de mÃ)
Para que haga, oh Dios, tu voluntad.
8Diciendo arriba: Sacrificio y presente, y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron, (las cuales cosas se ofrecen según la ley,)
9Entonces dijo: Heme aquà para que haga, oh Dios, tu voluntad. Quita lo primero, para establecer lo postrero.
10En la cual
voluntad somos santificados por la ofrenda del
cuerpo de Jesucristo hecha
una sola vez.
11Asà que, todo sacerdote se presenta
cada dÃa ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados:
12Pero éste, habiendo ofrecido por los pecados
un solo sacrificio
para siempre, está sentado á la diestra de Dios,
13Esperando lo que resta, hasta que
sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.
14Porque con una sola ofrenda
hizo perfectos para siempre á
los santificados.
15Y atestÃguanos
lo mismo el EspÃritu Santo; que después que dijo:
16Y este es el pacto que haré con ellos
Después de aquellos dÃas, dice el Señor:
Daré mis leyes en sus corazones,
Y en sus almas las escribiré:
17Añade:
Y nunca más me acordaré de sus pecados é iniquidades.
18Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por pecado.
19Asà que, hermanos,
teniendo libertad para entrar en
el santuario por la sangre de Jesucristo,
20Por el camino que él nos consagró nuevo y vivo,
por el velo, esto es, por su carne;
21Y teniendo
un gran sacerdote sobre
la casa de Dios,
22Lleguémonos con corazón verdadero,
en plena certidumbre de fe, purificados los corazones
de mala conciencia, y
lavados los cuerpos con agua limpia.
23Mantengamos firme la
profesión de nuestra fe sin fluctuar; que
fiel es el que prometió:
24Y considerémonos los unos á los otros para provocarnos al amor y á las buenas obras;
25No dejando
nuestra congregación, como algunos tienen por costumbre, mas exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que
aquel dÃa se acerca.
26Porque
si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad,
ya no queda sacrificio por el pecado,
27Sino una horrenda esperanza de juicio, y hervor de fuego que ha de devorar á los adversarios.
28
El que menospreciare la ley de Moisés, por el testimonio de dos ó de tres testigos muere sin ninguna misericordia:
29¿Cuánto pensáis
que será más digno de mayor castigo,
el que hollare al
Hijo de Dios, y tuviere por inmunda
la sangre del
testamento, en la cual fué
santificado,
e hiciere afrenta al EspÃritu de gracia?
30Sabemos quién es el que dijo:
MÃa es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez:
El Señor juzgará su pueblo.
31Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo.
32Empero
traed á la memoria los dÃas pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sufristeis gran combate de aflicciones:
33Por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra parte hechos compañeros de los que estaban en tal estado.
34Porque de mis prisiones también os resentisteis conmigo, y
el robo de vuestros bienes padecisteis con gozo, conociendo que
tenéis en vosotros una mejor sustancia en los cielos, y que permanece.
35No perdáis pues vuestra confianza, que tiene grande remuneración de galardón:
36Porque
la paciencia os es necesaria; para que, habiendo hecho la voluntad de Dios,
obtengáis la promesa.
37Porque aun
un poquito,
Y el que ha de venir
vendrá, y no tardará.
38Ahora el justo
vivirá por fe;
Mas si se retirare, no agradará á mi alma.
39Pero nosotros no somos tales
que nos retiremos para perdición, sino fieles para ganancia del alma.
111ES pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas
que no se ven.
2Porque
por ella alcanzaron testimonio los antiguos.
3Por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos
por la palabra de Dios,
siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veÃa.
4Por la fe
Abel ofreció á Dios mayor sacrificio que CaÃn, por la cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio á sus presentes; y difunto, aun habla por ella.
5Por la fe
Enoc fué traspuesto para no ver muerte, y no fué hallado, porque lo traspuso Dios. Y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado á Dios.
6Empero sin fe es imposible agradar á Dios; porque es menester que el que á Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
7Por la fe Noé,
habiendo recibido respuesta de cosas que aun no se veÃan, con temor aparejó el arca
en que su casa se salvase: por la cual fe
condenó al mundo, y fué hecho heredero de
la justicia que es por la fe.
8Por la fe
Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que habÃa de recibir por heredad; y salió sin saber dónde iba.
9Por fe habitó en la tierra prometida como en tierra ajena,
morando en cabañas con Isaac y Jacob, herederos juntamente de la misma promesa:
10Porque
esperaba ciudad
con fundamentos, el artÃfice y
hacedor de la cual es Dios.
11Por la fe también
la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir simiente; y parió aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó ser fiel el que lo habÃa prometido.
12Por lo cual también, de uno, y
ése ya amortecido,
salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena inmunerable que está á la orilla de la mar.
13Conforme á la fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas, sino
mirándolas de lejos, y creyéndolas, y saludándolas, y confesando que eran
peregrinos y advenedizos sobre la tierra.
14Porque los que esto dicen, claramente dan á entender que buscan una patria.
15Que si se acordaran de aquella de donde salieron, cierto tenÃan tiempo para volverse:
16Empero deseaban la mejor, es á saber, la celestial; por lo cual
Dios no se avergüenza
de llamarse Dios de ellos: porque
les habÃa aparejado ciudad.
17Por fe ofreció Abraham á Isaac cuando fué probado, y ofrecÃa al unigénito el que habÃa recibido las promesas,
18Habiéndole sido dicho:
En Isaac te será llamada simiente:
19Pensando que
aun de los muertos es Dios poderoso para levantar; de donde también le volvió á recibir por
figura.
20Por fe
bendijo Isaac á Jacob y á Esaú respecto á cosas que habÃan de ser.
21Por fe Jacob, muriéndose,
bendijo á cada uno de los hijos de José, y adoró estribando sobre la punta de su bordón.
22Por fe
José, muriéndose, se acordó de la partida de los hijos de Israel; y dió mandamiento acerca de sus huesos.
23Por fe Moisés, nacido,
fué escondido de sus padres por tres meses, porque le vieron hermoso niño; y no temieron el mandamiento del rey.
24Por fe
Moisés, hecho ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón;
25Escogiendo antes ser afligido con el pueblo de Dios, que gozar de comodidades temporales de pecado.
26Teniendo por mayores riquezas
el vituperio de Cristo que los tesoros de los Egipcios; porque miraba á
la remuneración.
27Por fe
dejó á Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo
como viendo al Invisible.
28Por fe celebró la pascua
y el derramamiento de la sangre, para que el que mataba los primogénitos no los tocase.
29Por fe pasaron
el mar Bermejo como por tierra seca: lo cual probando los Egipcios, fueron sumergidos.
30Por fe
cayeron los muros de Jericó con rodearlos siete dÃas.
31Por fe Rahab la ramera
no pereció juntamente con los incrédulos, habiendo recibido á los espÃas con paz.
32¿Y qué más digo? porque el tiempo me faltará contando
de Gedeón,
de Barac,
de Samsón,
de Jephté, de
David,
de Samuel, y de los profetas:
33Que por fe
ganaron reinos, obraron justicia,
alcanzaron promesas,
taparon las bocas de leones,
34Apagaron fuegos
impetuosos,
evitaron filo de cuchillo, convalecieron de enfermedades, fueron hechos fuertes en batallas,
trastornaron campos de extraños.
35Las mujeres
recibieron sus muertos por resurrección; unos fueron estirados, no aceptando el rescate, para ganar mejor resurrección;
36Otros experimentaron vituperios y azotes; y á más de esto prisiones y cárceles;
37Fueron apedreados,
aserrados, tentados, muertos á cuchillo;
anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;
38
De los cuales el mundo no era digno; perdidos por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.
39Y todos éstos,
aprobados por testimonio de la fe, no
recibieron la promesa;
40Proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen
perfeccionados sin nosotros.
121POR tanto nosotros también, teniendo en derredor nuestro una tan grande nube de testigos, dejando todo el peso del
pecado que nos rodea,
corramos con paciencia la carrera que nos es propuesta,
2Puestos los ojos en al autor y
consumador de la fe, en Jesús;
el cual, habiéndole sido propuesto gozo, sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza, y
sentóse á la diestra del trono de Dios.
3
Reducid pues á vuestro pensameinto á aquel que sufrió
tal contradicción de pecadores contra sà mismo, porque no os fatiguéis en vuestros ánimos desmayando.
4Que aun no habéis
resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado:
5Y estáis ya olvidados de la exhortación que como con hijos habla con vosotros, diciendo:
Hijo mÃo, no menosprecies el castigo del Señor,
Ni desmayes cuando eres de él reprendido.
6Porque el Señor al que ama castiga,
Y azota á cualquiera que recibe por hijo.
7Si sufrÃs el castigo,
Dios se os presenta como á hijos; porque ¿qué hijo es aquel á quien el padre no castiga?
8Mas si estáis fuera del castigo,
del cual todos han sido hechos participantes, luego sois bastardos, y no hijos.
9Por otra parte, tuvimos por castigadores á los padres de nuestra carne, y los reverenciábamos, ¿por qué no obedeceremos mucho mejor
al Padre de los espÃritus, y viviremos?
10Y aquéllos, á la verdad, por pocos dÃas nos castigaban como á ellos les parecÃa, mas éste para lo que nos es provechoso,
para que recibamos su santificación.
11Es verdad que ningún castigo al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza;
mas después da fruto apacible de justicia á los que en él son ejercitados.
12Por lo cual alzad
las manos caÃdas y las rodillas paralizadas;
13Y haced derechos pasos
a vuestros pies, porque lo que es cojo no salga fuera de camino,
antes sea sanado.
14Seguid
la paz con todos, y
la santidad,
sin la cual nadie verá al Señor:
15Mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios, que ninguna raÃz de amargura brotando os impida, y por ella muchos sean contaminados;
16Que ninguno sea
fornicario, ó
profano, como
Esaú, que por una vianda vendió su primogenitura.
17Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue reprobado (que no halló lugar de arrepentimiento), aunque la procuró
con lágrimas.
18Porque no os habéis llegado
al monte que se podÃa tocar, y al fuego encendido, y al turbión, y á la oscuridad, y á la tempestad,
19Y al
sonido de la trompeta, y á la voz de las palabras, la cual los que la oyeron
rogaron que no se les hablase más;
20Porque no podÃan tolerar lo que se mandaba:
Si bestia tocare al monte, será apedreada, ó pasada con dardo.
21Y tan terrible cosa
era lo que se veÃa, que Moisés dijo: Estoy asombrado y temblando.
22Mas os habéis
llegado al monte de Sión, y á
la ciudad del Dios vivo,
Jerusalem la celestial, y á la compañÃa de muchos millares de ángeles,
23Y á
la congregación de los
primogénitos
que están alistados en los cielos, y á Dios el Juez de todos, y á los espÃritus de los justos hechos perfectos,
24Y á Jesús
el Mediador del nuevo testamento, y á
la sangre del esparcimiento que habla
mejor que la de Abel.
25Mirad que no desechéis al que habla. Porque
si aquellos no escaparon que desecharon al que
hablaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháramos al que habla de los cielos.
26
La voz del cual entonces conmovió la tierra; mas ahora ha denunciado, diciendo:
Aun una vez, y yo conmoveré no solamente la tierra, mas aun el cielo.
27Y esta palabra, Aun una vez, declara la mudanza de las cosas movibles, como de cosas hechas, para que queden las cosas que son firmes.
28Asà que, tomando el reino inmóvil, retengamos la gracia por la cual vamos á Dios agradándole con temor y reverencia;
29Porque nuestro Dios es
fuego consumidor.