91Y
SAULO, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al príncipe de los sacerdotes,
2Y demandó de él letras para Damasco á las sinagogas, para que si hallase algunos hombres ó mujeres
de esta secta, los trajese presos á Jerusalem.
3
Y yendo por el camino, aconteció que llegando cerca de Damasco, súbitamente le cercó un resplandor de luz del cielo;
4Y cayendo en tierra,
oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
5Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y él dijo: Yo soy Jesús á quien tú persigues: dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
6El, temblando y temeroso, dijo: ¿Señor, qué quieres que haga? Y el Señor le dice: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que te conviene hacer.
7Y los hombres que iban con Saulo, se pararon atónitos, oyendo á la verdad la voz, mas no viendo á nadie.
8Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía á nadie: así que, llevándole por la mano, metiéronle en Damasco;
9Donde estuvo tres días sin ver, y no comió, ni bebió.
10Había entonces un discípulo en Damasco
llamado Ananías, al cual el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.
11Y el Señor le dijo: Levántate, y ve á la calle que se llama la Derecha, y busca en casa de Judas á uno llamado Saulo,
de Tarso: porque he aquí, él ora;
12Y ha visto en visión un varón llamado Ananías, que entra y le pone la mano encima, para que reciba la vista.
13Entonces Ananías respondió: Señor, he oído á muchos acerca de este hombre,
cuántos males ha hecho á tus
santos en Jerusalem:
14Y aun aquí tiene facultad de los príncipes de los sacerdotes de prender á todos los que invocan tu nombre.
15Y le dijo el Señor: Ve: porque 9.15 Gr. vaso de elección.instrumento escogido me es éste, para que lleve mi nombre en presencia de
los Gentiles, y
de reyes, y de los hijos de Israel:
16Porque
yo le mostraré cuánto le sea menester que padezca por mi nombre.
17Ananías entonces fué, y entró en la casa, y poniéndole las manos encima, dijo: Saulo hermano, el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista
y seas lleno de Espíritu Santo.
18Y luego le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al punto la vista: y levantándose,
fué bautizado.
19Y como comió, fué confortado.
Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.
20Y luego en las sinagogas predicaba á Cristo, diciendo que éste era el Hijo de Dios.
21Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían:
¿No es éste el que asolaba en Jerusalem á los que invocaban este nombre, y á eso
vino acá, para
llevarlos presos á los príncipes de los sacerdotes?
22Empero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía á los Judíos que moraban en Damasco, afirmando que éste es el Cristo.
23
Y como pasaron muchos días, los Judíos hicieron entre sí consejo de matarle;
24Mas las asechanzas de ellos fueron entendidas de Saulo. Y ellos
guardaban las puertas de día y de noche para matarle.
25Entonces los discípulos, tomándole de noche,
le bajaron por el muro en una espuerta.
26Y
como vino á Jerusalem, tentaba de juntarse con los discípulos; mas todos tenían miedo de él, no creyendo que era discípulo.
27Entonces
Bernabé, tomándole, lo trajo
a los apóstoles, y contóles cómo había visto al Señor en el camino, y que le había hablado, y cómo en Damasco había hablado confiadamente en el nombre de Jesús.
28Y entraba y salía con ellos en Jerusalem;
29Y hablaba confiadamente en el nombre del Señor: y disputaba con los
Griegos;
mas ellos procuraban matarle.
30Lo cual, como los hermanos entendieron, le acompañaron hasta
Cesarea, y le enviaron
a Tarso.
31
Las iglesias entonces tenían paz por toda Judea y Galilea y Samaria, y eran edificadas, andando en el temor del Señor; y con
consuelo del Espíritu Santo eran multiplicadas.
32Y aconteció que Pedro, andándolos á todos, vino también
a los santos que habitaban en Lydda.
33Y halló allí á uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, que era paralítico.
34Y le dijo Pedro: Eneas,
Jesucristo te sana; levántate, y hazte tu cama. Y luego se levantó.
35Y viéronle todos los que habitaban en Lydda y en Sarona, los cuales se convirtieron al Señor.
36Entonces en Joppe había una discípula llamada Tabita, que si lo declaras, quiere decir Dorcas. Esta era llena de buenas obras y de limosnas que hacía.
37Y aconteció en aquellos días que enfermando, murió; á la cual, después de lavada, pusieron en una sala.
38Y como Lydda estaba cerca de Joppe, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, rogándole: No te detengas en venir hasta nosotros.
39Pedro entonces levantándose, fué con ellos: y llegado que hubo, le llevaron á la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas.
40Entonces
echados fuera todos, Pedro
puesto de rodillas, oró; y vuelto al cuerpo,
dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y viendo á Pedro, incorporóse.
41Y él le dió la mano, y levantóla: entonces llamando á
los santos y las viudas, la presentó viva.
42Esto fué notorio por toda Joppe; y creyeron muchos en el Señor.
43Y aconteció que se quedó muchos días en Joppe en casa de un cierto
Simón, curtidor.
101Y HABÍA un varón en Cesarea llamado Cornelio, centurión de la compañía que se llamaba la Italiana,
2Pío
y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba á Dios siempre.
3Este vió en visión manifiestamente, como á la hora nona del día, que
un ángel de Dios entraba á él, y le decía: Cornelio.
4Y él, puestos en él los ojos,
espantado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y díjole: Tus oraciones y tus limosnas han subido
en memoria á la presencia de Dios.
5Envía pues ahora hombres á
Joppe, y haz venir á un Simón, que tiene por sobrenombre Pedro.
6Este posa en casa
de un Simón, curtidor, que tiene su casa junto á la mar: él te dirá lo que te conviene hacer.
7E ido el ángel que hablaba con Cornelio, llamó dos de sus criados, y un devoto soldado de los que le asistían;
8A los cuales, después de habérselo contado todo, los envió á Joppe.
9Y al día siguiente, yendo ellos su camino, y llegando cerca de la ciudad,
Pedro subió á la azotea á orar, cerca de la hora de sexta;
10Y aconteció que le vino una grande hambre, y quiso comer; pero mientras disponían, sobrevínole
un éxtasis;
11Y vió el cielo abierto, y que descendía un vaso, como un gran lienzo, que atado de los cuatro cabos era bajado á la tierra;
12En el cual había de todos los animales cuadrúpedos de la tierra, y reptiles, y aves del cielo.
13Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come.
14Entonces Pedro dijo: Señor, no;
porque ninguna cosa común é inmunda he comido jamás.
15Y volvió la voz hacia él la segunda vez:
Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.
16Y esto fué hecho por tres veces; y el vaso volvió á ser recogido en el cielo.
17Y estando Pedro dudando dentro de sí qué sería la visión que había visto, he aquí, los hombres que habían sido enviados por Cornelio, que, preguntando por la casa de Simón, llegaron á la puerta.
18Y llamando, preguntaron si un Simón que tenía por sobrenombre Pedro, posaba allí.
19Y estando Pedro pensando en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí,
tres hombres te buscan.
20Levántate, pues, y desciende, y no dudes ir con ellos; porque yo los he enviado.
21Entonces Pedro, descendiendo á los hombres que eran enviados por Cornelio, dijo: He aquí, yo soy el que buscáis: ¿cuál es la causa por la que habéis venido?
22Y ellos dijeron: Cornelio, el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene testimonio de toda la nación de los Judíos, ha recibido respuesta por un santo ángel, de hacerte venir á su casa, y oir de ti palabras.
23Entonces metiéndolos dentro, los hospedó. Y al día siguiente, levantándose, se fué con ellos;
y le acompañaron algunos de los hermanos de Joppe.
24Y al otro día entraron en
Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo llamado á sus parientes y los amigos más familiares.
25Y como Pedro entró, salió Cornelio á recibirle; y
derribándose á sus pies, adoró.
26Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate;
yo mismo también soy hombre.
27Y hablando con él, entró, y halló á
muchos que se habían juntado.
28Y les dijo: Vosotros sabéis que es abominable á un varón Judío
juntarse ó llegarse á extranjero; mas
me ha mostrado Dios que á ningún hombre llame común ó inmundo;
29Por lo cual, llamado, he venido sin dudar. Así que pregunto: ¿por qué causa me habéis hecho venir?
30Entonces Cornelio dijo:
Cuatro días ha que á esta hora yo estaba ayuno; y á la hora de
nona estando orando en mi casa, he aquí,
un varón se puso delante de mí en vestido resplandeciente.
31Y dijo: Cornelio, tu oración es oída, y tus limosnas han venido en memoria en la presencia de Dios.
32Envía pues á Joppe, y haz venir á un Simón, que tiene por sobrenombre Pedro; éste posa en casa de Simón, curtidor, junto á la mar; el cual venido, te hablará.
33Así que, luego envié á ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oir todo lo que Dios te ha mandado.
34Entonces Pedro, abriendo su boca, dijo: Por verdad hallo que Dios no hace acepción de personas;
35Sino que
de cualquiera nación que le teme y obra justicia, se agrada.
36Envió palabra Dios á los hijos de Israel,
anunciando la paz por Jesucristo;
éste es el Señor de todos.
37Vosotros sabéis lo que fué divulgado por toda Judea;
comenzando desde Galilea después del bautismo que Juan predicó,
38Cuanto á
Jesús de Nazaret; cómo le ungió Dios de Espíritu Santo y de potencia; el cual anduvo haciendo bienes, y sanando á todos los oprimidos del diablo;
porque Dios era con él.
39Y
nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo en la tierra de Judea, y en Jerusalem; al cual mataron colgándole en un madero.
40A éste levantó Dios
al tercer día, é hizo que apareciese manifiesto,
41
No á todo el pueblo, sino á los
testigos que Dios antes había ordenado, es á saber, á nosotros
que comimos y bebimos con él, después que resucitó de los muertos.
42Y
nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos
que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.
43A éste dan testimonio
todos los profetas, de que todos los que en él creyeren, recibirán
perdón de pecados por su nombre.
44Estando aún hablando Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el sermón.
45Y
se espantaron los fieles que eran de la circuncisión, que habían venido con Pedro, de que también sobre los Gentiles se derramase el don del Espíritu Santo.
46Porque los oían que
hablaban en lenguas, y que magnificaban á Dios.
47Entonces respondió Pedro: ¿Puede alguno impedir el agua, para que no sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?
48Y
les mandó bautizar
en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.
111Y OYERON los apóstoles y los
hermanos que estaban en Judea, que también los Gentiles habían recibido la palabra de Dios.
2Y como Pedro subió á Jerusalem,
contendían contra él los que eran de la circuncisión,
3Diciendo:
¿Por qué has entrado á hombres incircuncisos, y has comido con ellos?
4Entonces comenzando Pedro, les declaró por orden lo pasado, diciendo:
5Estaba yo en la ciudad
de Joppe orando, y vi en rapto de entendimiento una visión: un vaso, como un gran lienzo, que descendía, que por los cuatro cabos era abajado del cielo, y venía hasta mí.
6En el cual como puse los ojos, consideré y vi animales terrestres de cuatro pies, y fieras, y reptiles, y aves del cielo.
7Y oí una voz que me decía: Levántate, Pedro, mata y come.
8Y dije: Señor, no; porque ninguna cosa común ó inmunda entró jamás en mi boca.
9Entonces la voz me respondió del cielo segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.
10Y esto fué hecho por tres veces: y volvió todo á ser tomado arriba en el cielo.
11Y he aquí, luego sobrevinieron tres hombres á la casa donde yo estaba, enviados á mí de Cesarea.
12Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Y vinieron también conmigo
estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón,
13El cual nos contó cómo había visto un ángel en su casa, que se paró, y le dijo: Envía á Joppe, y haz venir á un Simón que tiene por sobrenombre Pedro;
14El cual te hablará palabras por las cuales serás salvo tu,
y toda tu casa.
15Y como comencé á hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos
también, como sobre nosotros al principio.
16Entonces
me acordé del dicho del Señor, como dijo:
Juan ciertamente bautizó en agua; mas vosotros seréis bautizados en Espíritu Santo.
17Así que,
si Dios les dió el mismo don también como á nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar á Dios?
18Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron á Dios, diciendo:
De manera que también á los Gentiles ha dado Dios
arrepentimiento para vida.
19
Y los que habían sido esparcidos por causa de la tribulación que sobrevino en tiempo de Esteban, anduvieron hasta
Fenicia, y
Cipro, y
Antioquía, no hablando á nadie la palabra, sino sólo á los Judíos.
20Y de ellos había unos varones Ciprios y
Cirenenses, los cuales como entraron en Antioquía, hablaron á los
Griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús.
21Y la mano del Señor era con ellos: y creyendo, gran número
se convirtió al Señor.
22Y llegó la fama de estas cosas á oídos de la iglesia que estaba en Jerusalem: y enviaron á
Bernabé que fuese hasta Antioquía.
23El cual, como llegó, y vió la gracia de Dios, regocijóse;
y exhortó á todos á que permaneciesen en el propósito del corazón en el Señor.
24Porque era varón bueno, y lleno de Espíritu Santo y de fe: y mucha compañía fué agregada al Señor.
25Después partió Bernabé á
Tarso á buscar á Saulo; y hallado, le trajo á Antioquía.
26Y conversaron todo un año allí con la iglesia, y enseñaron á mucha gente; y los discípulos fueron llamados
Cristianos primeramente en
Antioquía.
27Y en aquellos días
descendieron de Jerusalem profetas á Antioquía.
28Y levantándose uno de ellos, llamado
Agabo, daba á entender por Espíritu, que había de haber una grande hambre en toda la tierra habitada: la cual hubo en tiempo de
Claudio.
29Entonces los discípulos, cada uno conforme á lo que tenía, determinaron enviar subsidio á los
hermanos que habitaban en Judea:
30Lo cual asimismo hicieron, enviándolo
a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.