11SIMÓN Pedro,
siervo y apóstol de Jesucristo, á los que habéis alcanzado fe igualmente preciosa con nosotros
en la justicia
de nuestro Dios y Salvador Jesucristo:
2Gracia y paz
os sea multiplicada
en el conocimiento de Dios, y de nuestro Señor Jesús.
3Como todas las cosas que pertenecen á la vida y á
la piedad nos sean dadas de su divina potencia, por el conocimiento de aquel
que nos ha llamado por su gloria y virtud:
4Por las cuales nos son dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas fueseis hechos
participantes de la naturaleza divina, habiendo huído de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia.
5Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, mostrad en vuestra fe virtud, y en la virtud
ciencia;
6Y en la ciencia
templanza, y en la templanza
paciencia, y en la paciencia
temor de Dios;
7Y en el temor de Dios,
amor fraternal, y en el amor fraternal
caridad.
8Porque si en vosotros hay estas cosas, y abundan, no os dejarán estar ociosos, ni estériles en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
9Mas el que no tiene estas cosas,
es ciego, y tiene la vista muy corta, habiendo olvidado la
purificación de sus antiguos pecados.
10Por lo cual, hermanos, procurad tanto más de hacer firme vuestra
vocación y elección; porque haciendo estas cosas,
no caeréis jamás.
11Porque de esta manera os será abundantemente administrada la entrada
en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
12Por esto, yo no dejaré de amonestaros siempre de estas cosas,
aunque vosotros las sepáis, y estéis
confirmados en la verdad presente.
13Porque tengo por justo, en tanto que estoy en
este tabernáculo, de incitaros con amonestación:
14Sabiendo que brevemente tengo de dejar mi tabernáculo,
como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado.
15También yo procuraré con diligencia, que después de mi fallecimiento, vosotros podáis siempre tener memoria de estas cosas.
16Porque no os hemos dado á conocer la potencia y
la venida de nuestro Señor Jesucristo, siguiendo
fábulas por arte compuestas;
sino como habiendo con nuestros propios ojos visto su majestad.
17Porque él había recibido de Dios Padre
honra y gloria, cuando una tal voz fué á él enviada de la magnífica gloria:
Este es el amado Hijo mío, en el cual yo me he agradado.
18Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos juntamente con él en el monte santo.
19Tenemos también la palabra profética más permanente, á la cual hacéis bien de estar atentos como á una
antorcha que alumbra en lugar oscuro hasta que
el día esclarezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones:
20Entendiendo primero esto, que
ninguna profecía de la Escritura es de particular interpretación;
21Porque
la profecía no fué en los tiempos pasados traída por voluntad humana,
sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo.
21PERO hubo también
falsos profetas en el pueblo,
como habrá entre vosotros falsos doctores, que introducirán encubiertamente
herejías de perdición, y negarán
al Señor
que los rescató, atrayendo sobre sí mismos perdición acelerada.
2Y muchos seguirán sus disoluciones, por los cuales
el camino de la verdad será blasfemado;
3Y
por avaricia harán mercadería de vosotros
con palabras fingidas, sobre los cuales la condenación ya de largo tiempo no se tarda, y su perdición no se duerme.
4Porque si Dios no perdonó á los ángeles
que habían pecado, sino que
habiéndolos despeñado en el infierno con cadenas de oscuridad, los entregó para ser reservados al juicio;
5Y si
no perdonó al mundo viejo, mas
guardó á Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de malvados;
6Y si condenó por destrucción
las ciudades de Sodoma y de Gomorra, tornándolas en ceniza, y poniéndolas por ejemplo á los que habían de vivir sin temor y reverencia de Dios,
7Y
libró al justo Lot, acosado por la nefanda
conducta de los malvados;
8(Porque este justo, con ver y oir, morando entre ellos,
afligía cada día su alma justa con los hechos de aquellos injustos;)
9Sabe el
Señor librar de tentación á los píos, y reservar á los injustos para ser atormentados en el día del juicio;
10Y principalmente á
aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia é inmundicia, y desprecian la potestad; atrevidos,
contumaces, que no temen
decir mal de las potestades superiores:
11Como quiera que
los mismos ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante del Señor.
12Mas éstos, diciendo mal de las cosas que no entienden,
como bestias brutas, que naturalmente son hechas para presa y destrucción, perecerán en su perdición,
13Recibiendo el
galardón de su injusticia, ya que reputan por delicia
poder gozar de deleites cada día.
Estos son suciedades y manchas, los cuales
comiendo con vosotros, juntamente se recrean
en sus errores;
14Teniendo los ojos llenos de adulterio, y no saben cesar de pecar; cebando las almas inconstantes; teniendo el corazón ejercitado en codicias, siendo hijos de maldición;
15Que han dejado el camino derecho, y se han extraviado, siguiendo
el camino de Balaam, hijo de Bosor, el cual amó el premio de la maldad.
16Y fué reprendido por su iniquidad: una
muda bestia de carga, hablando en voz de hombre, refrenó la locura del profeta.
17Estos son fuentes sin agua,
y nubes traídas de torbellino de viento:
para los cuales está guardada la oscuridad de las tinieblas para siempre.
18Porque
hablando arrogantes palabras de vanidad, ceban con las concupiscencias de la carne en disoluciones á los que verdaderamente habían huído de los que conversan en error;
19Prometiéndoles
libertad,
siendo ellos mismos siervos de corrupción. Porque el que es de alguno vencido, es sujeto á la servidumbre del que lo venció.
20Ciertamente, si habiéndose ellos apartado de las contaminaciones del mundo,
por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, y otra vez envolviéndose en ellas, son vencidos,
sus postrimerías les son hechas peores que los principios.
21Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, tornarse atrás del santo mandamiento que les fué dado.
22Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio:
El perro se volvió á su vómito, y la puerca lavada á revolcarse en el cieno.