31¿COMENZAMOS otra
vez á alabarnos á nosotros mismos? ¿ó tenemos necesidad, como
algunos, de
letras de recomendación para vosotros, ó de recomendación de vosotros?
2Nuestras letras sois vosotros,
escritas en nuestros corazones, sabidas y leídas de todos los hombres;
3Siendo manifiesto que sois letra de Cristo administrada de nosotros, escrita no con tinta, mas con el Espíritu del Dios vivo; no
en tablas de piedra, sino
en tablas de carne del corazón.
4Y tal
confianza tenemos por Cristo para con Dios:
5No que seamos
suficientes de nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que
nuestra suficiencia es de Dios;
6El cual asimismo nos hizo
ministros suficientes
de un nuevo
pacto: no
de la letra, mas del espíritu; porque
la letra mata,
mas el espíritu vivifica.
7Y si
el ministerio de muerte
en la letra grabado en piedras, fué con gloria,
tanto que los hijos de Israel no pudiesen
poner los ojos en la faz de Moisés á causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,
8¿Cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?
9Porque si
el ministerio de condenación fué con gloria, mucho más abundará en gloria
el ministerio de justicia.
10Porque aun lo que fué glorioso,
no es glorioso en esta parte, en comparación de la excelente gloria.
11Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más será en gloria lo que permanece.
12Así que, teniendo tal esperanza, hablamos con mucha confianza;
13Y no como Moisés,
que ponía un velo sobre su faz, para que los hijos de Israel no pusiesen los ojos en el
fin de lo que había de ser abolido.
14Empero
los sentidos de ellos se embotaron; porque hasta el día de hoy les queda el mismo velo no descubierto
en la lección del
antiguo testamento, el cual por Cristo es quitado.
15Y aun hasta el día de hoy, cuando Moisés es leído, el velo está puesto sobre el corazón de ellos.
16Mas cuando se convirtieren al Señor, el velo se quitará.
17Porque el Señor es el
Espíritu; y donde hay el Espíritu del Señor,
allí hay libertad.
18Por tanto, nosotros todos, mirando á cara descubierta
como en un espejo la gloria del Señor,
somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu del Señor.
41POR lo cual teniendo nosotros
esta administración según la misericordia que hemos alcanzado, no desmayamos;
2Antes quitamos los escondrijos de vergüenza,
no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por manifestación de
la verdad
encomendándonos á nosotros mismos
a toda conciencia humana delante de Dios.
3Que si nuestro evangelio está aún
encubierto, entre los que se pierden está encubierto:
4En los cuales
el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del evangelio de la gloria de Cristo,
el cual es la imagen de Dios.
5Porque
no nos predicamos á nosotros mismos, sino á Jesucristo, el Señor; y
nosotros vuestros siervos por Jesús.
6Porque Dios, que mandó
que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
7Tenemos empero este tesoro en vasos de barro,
para que la alteza del poder sea de Dios, y no de nosotros:
8Estando
atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperamos;
9
Perseguidos, mas no desamparados; abatidos, mas no perecemos;
10
Llevando siempre por todas partes la muerte de Jesús en el cuerpo,
para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestros cuerpos.
11Porque nosotros que vivimos,
siempre estamos entregados á muerte por Jesús, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestra carne mortal.
12De manera que la muerte obra en nosotros, y en vosotros la vida.
13Empero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme á lo que está escrito:
Creí, por lo cual también hablé: nosotros también creemos, por lo cual también hablamos;
14Estando ciertos que el que levantó al Señor Jesús, á nosotros también nos levantará por Jesús, y nos pondrá con vosotros.
15Porque
todas estas cosas padecemos por vosotros, para que
abundando la gracia por muchos, en el hacimiento de gracias sobreabunde á gloria de Dios.
16Por tanto,
no desmayamos: antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando,
el interior empero se renueva de día en día.
17Porque
lo que al presente es momentáneo y leve de nuestra tribulación, nos obra un sobremanera alto y eterno peso de gloria;
18No mirando nosotros
a las cosas que se ven, sino á las que no se ven: porque las cosas que se ven son temporales, mas las que no se ven son eternas.
51PORQUE sabemos, que si
la casa terrestre de nuestra habitación se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa
no hecha de manos, eterna en los cielos.
2Y por esto también
gemimos, deseando ser sobrevestidos de aquella nuestra habitación celestial;
3Puesto que en verdad habremos sido
hallados vestidos, y no desnudos.
4Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo, gemimos agravados; porque no quisiéramos ser desnudados; sino
sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
5Mas el que nos hizo para esto mismo, es Dios; el cual
nos ha dado la prenda del Espíritu.
6Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo, que entre tanto que estamos en el cuerpo, peregrinamos ausentes del Señor;
7(Porque
por fe andamos,
no por vista;)
8Mas confiamos, y más
quisiéramos partir del cuerpo, y estar presentes al Señor.
9Por tanto procuramos también, ó ausentes, ó presentes, serle agradables:
10Porque es menester que
todos nosotros parezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que hubiere hecho por medio del cuerpo, ora sea bueno ó malo.
11Estando pues poseídos
del temor del Señor, persuadimos á los hombres, mas
a Dios somos manifiestos; y espero que también en vuestras conciencias somos manifiestos.
12No nos encomendamos
pues otra vez á vosotros, sino os damos ocasión
de gloriaros por nosotros, para que tengáis qué responder contra los que se glorían en las apariencias, y no en el corazón.
13Porque
si loqueamos, es para Dios; y si estamos en seso, es para vosotros.
14Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: Que
si uno murió por todos, luego todos son muertos;
15Y por todos murió,
para que los que viven, ya no vivan para sí, mas para aquel que murió y resucitó por ellos.
16De manera que nosotros de aquí adelante
a nadie conocemos
según la carne: y aun si á Cristo conocimos según la carne, empero ahora ya no le conocemos.
17De modo que si alguno está
en Cristo,
nueva criatura es:
las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
18Y todo esto es de Dios,
el cual nos reconcilió á sí por Cristo; y nos dió el ministerio de
la reconciliación.
19Porque ciertamente
Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo á sí, no imputándole sus pecados, y puso en nosotros la palabra de la reconciliación.
20Así que,
somos embajadores en nombre de Cristo,
como si Dios rogase por medio nuestro; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
21Al que no conoció pecado,
hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él.